Hace dos décadas de la exposición en la que Tel Aviv festejó que la UNESCO la había declarado Patrimonio de la Humanidad por representar las tendencias del movimiento moderno en su arquitectura. Aquello se convirtió en motor del turismo global hacia esta urbe, que tomó el apodo de ciudad blanca desde aquel festival de 2004, celebrado cerca de donde se inició la deportación masiva de palestinos de la vieja Jaffa en 1948. Pero el paradigma de la historia de Tel Aviv está basado en un mito refutado incluso por los arquitectos que abanderaron el movimiento. Así lo sostiene Sharon Rotbard, el autor de White City, Black City: Arquitectura y guerra en Tel Aviv y Jaffa (The Mit Press, 2015)...