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Tragedia en Pedrógão Grande

Arde Iberia

30/09/2017


Más allá de la crisis económica o de las tensiones territoriales de los dos países que la conforman, la Península Ibérica tiene un problema: la piromanía. Verano a verano, a uno y otro lado de La Raya, los incendios son los protagonistas. Sin embargo, la contrición por los efectos devastadores del fuego, la denuncia de las inadecuadas políticas de replantación o las quejas por la falta de medios no consiguen evitar estas grandes tragedias económicas y medioambientales que, muchas veces y por desgracia, lo son también humanas.

Esto, una tragedia medioambiental y humana, ha sido el reciente incendio de Pedrógão Grande en Portugal, casi una semana activo y cuyas consecuencias son difíciles de calibrar: más de 40.000 hectáreas de bosque destruidas, varias aldeas afectadas y, sobre todo, 64 fallecidos (47 de ellos calcinados en la fúnebre caravana de coches de la Carretera Nacional 236, cuyas imágenes de espanto han dado la vuelta al mundo).

Con sospechosa rapidez, las autoridades portuguesas atribuyeron el origen de la devastación a un rayo fortuito, pero son varios los especialistas que consideran que se debe a la mano del hombre. Pocas semanas después, el incendio que calcinó casi 9.000 hectáreas cerca de Doñana vino a confirmar la hermandad pirómana entre los dos países. El fuego no es sino la parte visible de los problemas territoriales de una Iberia cuyo campo se abandona y se agosta. Una Iberia cada vez más vacía.


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