Pese al despliegue mediático que ha acompañado a la inauguración del CaixaForum de Sevilla, es difícil no entregarse a la nostalgia si se compara el edificio con lo que hubiera podido ser: aquella intervención poética en las Reales Atarazanas que La Caixa renunció a construir en 2012, para trasladar el proyecto a la Torre Pelli (por entonces ya en manos de la entidad financiera).
Con todo, el CaixaForum no deja de ser una buena noticia para Sevilla, que pasa a formar parte de los circuitos culturales de primer nivel, al tiempo que consigue inyectar vida a una zona que no ha dejado de necesitarla desde el fin de la Expo de 1992: la isla de la Cartuja,
Aunque no haya podido rehabilitar las históricas Atarazanas, Guillermo Vázquez Consuegra ha sabido atender un encargo difícil: adecuar una construcción preexistente, el Edificio Pódium —gran basa del rascacielos de César Pelli—, para cobijar allí dos salas de exposiciones, un auditorio, espacios polivalentes, una cafetería y una librería. Evitando un diálogo imposible con el rascacielos, el arquitecto ha conectado todas estas piezas a través de un sótano, pero no ha renunciado a expresar el carácter público mediante una marquesina esculpida con planos curvos de espuma de aluminio, por donde se filtra la luz hacia la caverna interior. Este reclamo de escala sutil es, sin duda, la parte más atractiva de una intervención convincente en la medida en que confirma y a la vez niega el carácter icónico que se espera de este tipo de edificios.