La incertidumbre política producida por la grave crisis económica afecta a la industria cultural española, y parece ensañarse con dos de sus más mediáticos emblemas: la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela y el Centro Niemeyer de Avilés.
Los detractores de la Cidade da Cultura han esperado, sentados en el umbral, a que el tiempo les diese la razón, aunque fuese por la vía de la precariedad económica. Los presupuestos regionales contienen una reducción lo suficientemente substancial de la dotación para obras y edificios como para suponer implícitamente (aunque aún no se haya confirmado de manera oficial) la renuncia a los dos edificios pendientes de construirse: el Centro de Arte Internacional y, sobre todo, el Teatro de la Ópera, concebido por el propio Eisenman como el mascarón de proa del complejo, formado ya por la Biblioteca y el Archivo (inaugurados en enero de este año) y los servicios centrales y el Museo de Galicia, cuya apertura se prevé para 2012.
Por su parte, los problemas que afectan al Centro Niemeyer de Avilés son de una índole más política. El cambio en el Gobierno autonómico ha traído aparejado un cruce de acusaciones entre el organismo independiente que gerencia el Centro y el propio Gobierno regional, que pone en entredicho la gestión cultural y económica de la institución desde su inauguración en marzo de 2011, lo que ha llevado a sus gestores a suspender , a partir de octubre de 2011, todas las actividades previstas.