A las afueras de la capital danesa, en un entorno sin referentes salpicado por anónimos edificios de viviendas y oficinas, se eleva el nuevo Auditorio de Copenhague, un misterioso cubo de 43 metros de lado, envuelto en una llamativa piel translúcida color azul cobalto a través de la que se insinúa el complicado juego de volúmenes y escaleras que se despliega en su interior. Al caer la noche, este singular cerramiento se convierte en una pantalla sobre la que se proyectan imágenes que acaban por desmaterializar la pieza. En su interior se albergan cuatro salas de conciertos. La más grande, para 1.800 espectadores e inspirada en la Philharmonie berlinesa de Hans Scharoun, posee unas cualidades acústicas que la convierten en una de las mejores salas de conciertos del mundo. Jean Nouvel, autor del edificio, presenta este proyecto como uno de los más importantes de su carrera.