Philip Johnson

Cleveland, 1906

29/02/2000


Cuando se publicó el primer esbozo de las torres KIO para la madrileña plaza de Castilla, pensé que se trataba del boceto improvisado de un dibujante algo torpe. Sin embargo, después de una larguísima etapa de construcción y de enredos financieros que aún no han terminado, las torres resultaron igual que en aquel primer dibujito. El Philip Johnson de la última época, activo en su MoMA, no debía ya ocuparse mucho de estas cosas. Pero las torres se le atribuyen siempre porque su socio ejecutivo de entonces no tenía el carisma ni la estampa del anciano arquitecto. Johnson se había subido ya al carro de la posmodernidad con obras como el ATT, que habría de engendrar cientos de clones, edificios triviales con remates de mueble inglés por arriba. Las torres de Madrid no han tenido clones; supongo que por lo costoso de su gesto monumental, la estructura inclinada. En esa inclinación gratuita había, sin embargo, cierta grandeza; pero luego las revistieron con un uniforme negro y correajes lustrosos, como si fueran carabineros italianos. Y con unos hilillos rojos como del Eiseman de Berlín. En fin, una geometría facilona y tonta.

Es un poco perverso sacar a relucir algo que no es ni de lejos lo mejor de Philip Johnson. Pero las torres KIO venían bastante bien para la historieta, y hacen como si fueran rascacielos de Gotham, la ciudad de edificios oscuros y sobre diseñados de Batman. Las KIO son la guarida de un Johnson Joker, también disfrazado para la ocasión. Porque en esta viñeta el arquitecto se coloca en el papel del malo, como en la de Torroja.Y he aquí que cuando el héroe murciélago patrulla sobre la ciudad en su extravagante invento volador, el Batcar, Joker decide jugarle una broma pesada y le ataca desde su helicóptero. El que sale perdiendo es Robin, un ruiseñor-murciélago auxiliar de dudosa extracción. No es el único adolescente de los héroes del cómic; también el Capitán Marvel era, a la vez, el muchachito Memo Batson (antes y después del conjuro Shazam!) y Supermán había sido de jovencito un Superboy. Pero Batman tiene su superboy particular, un paje futurista de gimnasio y la relación entre ambos siempre ha sido misteriosa. De modo que la viñeta tiene algo de versión o remedo del clásico rapto de Ganimedes.


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