Judge and Jury

29/02/2000


«Su genio era el de un arlequín singularmente dotado que cambiaba siempre las máscaras del estilo en su propia obra y que manejaba sus relaciones personales con idéntica volubilidad. Aunque justa, esta caracterización no logra explicar esos compromisos y lealtades inquebrantables, y menos aún esa estudiada visión del mundo, que animaban todos sus movimientos. Poseedor de una psique extremadamente intrincada, no habría llegado a viejo de no haber estado tan embelesado por el escenario que tanto había contribuido a configurar, deseoso de seguir ahí, orgulloso, exigente... y con más cicatrices que las que él creía. (...) Al final, dedicó la mayor parte de sus energías creativas a la arquitectura, primero escribiendo y luego haciéndola, a veces muy bien, otras muy mal, pero siempre con una imaginación lo bastante caprichosa como para esconder una filosofía de estilo sutilmente coherente y suficientemente constante en su impulso como para otorgarle un puesto en la primera línea de la cultura internacional de su tiempo.»

Frank Schulze, Philip Johnson: vida y obras, 1994.[+]


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