Tras la Catedral de Los Ángeles, la Iglesia Iesu, en San Sebastián, constituye una nueva indagación de Rafael Moneo en la arquitectura religiosa. Situado en el umbral de un área residencial, el edificio descuella de la trama urbana por el volumen compacto del templo que, esculpido al modo de una obra de Oteiza o Chillida, da cuenta en su abstracción cúbica de dos referencias tradicionales: el icono de la cruz con la que la fachada culmina, y la metáfora de la luz que baña un interior de índole vertical. Además del templo, el complejo parroquial cobija seminarios y viviendas para el párroco y sus coadjutores, de acuerdo a un programa abierto a lo cotidiano, que se completa con un pequeño supermercado situado en la planta baja, al nivel de la calle.