Aunque nadie duda del protagonismo que adquirieron los CIAM (Congrès Internationaux d’Architecture Moderne) como elementos unificadores y difusores de los planteamientos del Movimiento Moderno, han tenido que transcurrir cuarenta años desde su disolución para que se editase la primera historia detallada sobre dichos congresos. Y la crónica se plantea bajo el prisma de uno de los postulados comunes a todos estos encuentros: frente al contenido social de la disciplina urbanística, los problemas formales o lingüísticos de la arquitectura pasan a un segundo plano.

Los cuatro primeros capítulos plantean una división similar a la que propuso Kenneth Frampton (autor también del prólogo de este libro) en su Historia crítica de la arquitectura moderna: una etapa inicial, que abarca las tres primeras reuniones, donde se imponen los criterios racionales y objetivos de los arquitectos alemanes, y los realistas de los holandeses; un segundo momento, antes de la II Guerra Mundial, caracterizado por el protagonismo que adquieren Le Corbusier, José Luis Sert y Sigfried Giedion desde la cúpula organizadora de los congresos; y un tercer momento, posterior a la contienda, marcado por los conflictos internos, la masificación de la asistencia con la incorporación de estudiantes y, en definitiva, el predominio de la corriente crítica liderada por los integrantes del Team X (cuyo nombre surgió del 10° congreso). El autor propone otra subdivisión de este tercer grupo y reúne los tres últimos CIAM en un cuarto capítulo, que recorre el tramo final de dichos encuentros hasta llegar a su clausura definitiva al año siguiente de la reunión celebrada en la ciudad de Otterlo durante el mes de septiembre de 1959.

El quinto apartado describe las actividades posteriores de algunos de los miembros más destacados de los CIAM, tras el que se aporta una extensa cronología sobre los congresos y los comités preparatorios previos (los CIRPAC), junto a una exhaustiva bibliografía clasificada por temas. Está claro que estamos ante un libro imprescindible para adentrarnos en esta singular experiencia que se erigió en línea de fuego de la que años más tarde Gropius definiría como «batalla por la unidad».