Cuando doy clases en Nueva York cada invierno, tengo la costumbre de alojarme en una de las Silver Towers, tres rascacielos de hormigón construidos en 1967 por el estudio de I.M. Pei para los profesores de la Universidad de Nueva York. Desde el apartamento que ocupo en el piso 30 no veo, afortunadamente, el cuadro un poco monótono de la fachada gris de estos inmuebles; tengo un panorama extraordinario: el tapiz de manzanas del Soho encuadrado por el paisaje de los dos ríos de Manhattan, estriado al este por los puentes suspendidos hacia Brooklyn, y lamido por el agua del Hudson al oeste. En medio se encuentra el ramillete de rascacielos del Downtown, en donde las Torres Gemelas habían acabado por tener un sentido a mis ojos... [+]