Los madrileños Juan Elvira y Clara Murado son los autores de una vivienda ubicada en una dehesa de Badajoz, cuya forma responde a dos requerimientos del cliente: disfrutar del sol de poniente y disponer de una casa inexpugnable cuando no se use, pero capaz de seguir en contacto con la naturaleza. El primer deseo condiciona la planta de la casa, que se dispone entre las encinas existentes; el segundo define su solución constructiva.