Taller, Larger, Leaner: Green Design for a Blue Planet

1988-1992

31/08/1999


Hong Kong había en efecto transformado a Foster en una empresa multinacional, y cuando en 1996 el equipo del lejano oriente regresó a Londres después de terminar el banco, de inmediato se empezó a preparar una nueva oficina (que se construiría al lado del Támesis e incluiría la propia vivienda de Norman Foster en la última planta) para el ya muy numeroso personal ocupado en los encargos de Europa y Asia. Hasta entonces, el número de proyectos comenzado cada año no había sido grande: una media de dos durante los 60, y de tres durante los 70 y la primera mitad de los 80; menos de sesenta en los primeros veinte años de la carrera independiente de Foster (1967-1986). Pero en 1987 un primer big bang colocó la cifra de proyectos por encima de los diez anuales, y cinco años después una segunda explosión subió el número a más de veinte anuales: la gestión de la cantidad empezó a ser tan importante como el logro de la calidad. Así que, cuando la nueva sede estuvo lista en 1990, al traslado siguió una reorganización de la oficina: en 1991, cuatro jóvenes asociados (Spencer de Grey, David Nelson, GrahamPhilips y Ken Shuttleworth), todos ellos veteranos de Hong Kong y con más de quince años de experiencia en la firma, se convirtieron en socios, y la numerosa plantilla se estructuró con un sistema de directores. Además de las de Hong Kong, Tokio y Nîmes, se abrieron nuevas delegaciones en Frankfurt y Berlín, Glasgow y Singapur: Foster and Partners eran ya efectivamente globales. Esta dimensión planetaria trajo consigo dos rasgos complementarios: por un lado, la capacidad de abordar proyectos de escala colosal (la torre más alta de Europa, construida en Frankfurt para el Commerzbank, o la mayor obra del mundo, el nuevo aeropuerto de Hong Kong sobre una isla artificial); por otro, una convicción creciente en la importancia de la ecología en un planeta frágil, y por tanto la preocupación por la eficacia energética y el diseño climático o la preferencia por la iluminación y ventilación naturales en oficinas, bibliotecas y escuelas. Esta combinación insólita de tamaño y levedad fue para Foster de gran utilidad en el terreno de los concursos, donde conseguiría los encargos más importantes de este periodo: la mezcla de competencia técnica y responsabilidad social, conformaba una imagen de corrección previsible y elegancia tranquila que seducía y daba confianza a jurados y clientes; Foster era siempre una apuesta segura en lo material y funcional, y también una inversión sin riesgo en lo estético y simbólico. Pero el crecimiento exponencial de la empresa comenzaría pronto a sacudir esta imagen impasible...[+]


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