Con la publicación de esta monumental monografía, la editorial italiana ofrece la posibilidad de conocer a fondo a la ‘santísima trinidad’ de la arquitectura portuguesa contemporánea. Primero fue el volumen dedicado a Álvaro Siza, después el correspondiente a Eduardo Souto de Moura y, finalmente, el que recoge la obra y el mensaje de Fernando Távora, referencia insoslayable del panorama luso en general y de Oporto en particular durante el último medio siglo. Si hay algo que distingue el magisterio y agranda el perfil de este arquitecto nacido en 1923 es su extraordinaria generosidad. Figura paternal aunque nunca impositiva, ha favorecido que floreciera en torno suyo el talento de Siza, Souto de Moura y tantos otros. Como un jardinero paciente, ha cultivado la semilla del diálogo en sus quehaceres como profesor y como arquitecto, y ahí reside la grandeza de su legado.
Preparada por Antonio Esposito y Giovanni Leoni, a cuyo cargo estuvo también la opera omnia de Souto de Moura, esta monografía se abre con declaraciones del propio Távora respecto a cómo entiende la arquitectura y, a partir de ella, el mundo, o viceversa. Dada su «escasa predisposición a intelectualizar», el mensaje es sencillo pero de eco amplio y calado hondo; como detesta el conflicto, el suyo ha sido siempre un afán conciliador. Siendo el primer «contemporáneo portugués», encontró una «tercera vía» para resolver el conflicto que planteó su tiempo y entendió la evolución de la arquitectura dentro de los cauces de la modernidad, pero sobre la base de la identidad de una tradición. Entre sus alumnos y discípulos ha predicado la necesidad de variedad, pero también les ha inculcado la exigencia de unidad en el interior de cada proyecto. Y ha dado con sus propias obras, desde el mercado municipal de Vila da Feira (1953-1959) a la ampliación del Parlamento en Lisboa (1994-1999), lecciones de correspondencia entre lugar y memoria, entre biografía y geografía, entre lo universal y lo local.
Convencido de que para construir es tan importante olvidar como recordar, Távora no ha cultivado un estilo, sino que ha buscado la dimensión humana de la arquitectura, el equilibrio entre lo necesario y lo posible. Igualmente, encontró y transmitió a otros una manera específica de ser portugués, caracterizada por un conocimiento íntimo del medio físico que lo rodea. Así, las obras y proyectos no siguen un orden cronológico, sino que se agrupan geográficamente, precedidas de sus declaraciones y de sendos ensayos de los responsables de la monografía. Cerrando el círculo, al final del volumen se dispone una antología de los escritos de Távora que incluye ‘O problema da casa portuguesa’, el conocido ensayo de 1954, junto a jugosos extractos del diario de un viaje que en 1960 lo llevó por Europa, Estados Unidos y Japón. Otra selección de textos de los colegas y críticos que mejor conocen la obra y el talante del veterano arquitecto de Oporto ponen un punto final de sentido homenaje.