La particular visión que Erick van Egeraat (Ámsterdam, 1956) tiene de la arquitectura como reflejo de su tiempo, y vinculada ahora por tanto a disciplinas como el diseño y la moda, está muy alejada de los planteamientos teóricos de los colegas holandeses de su generación, animados por el reconocimiento internacional de la figura de Rem Koolhaas. Estas divergencias le llevaron en 1995 a desvincularse del grupo Mecanoo, que fundara en 1983 junto a Henk Döll, Chris de Veijer, Roelf Steenhuis y Francine Houben. El encargo de la ampliación de un edificio para ING en Budapest, en cuya cubierta Van Egeraat incrustó un espectacular volumen en forma de ballena, fue el inicio de una nueva etapa en la trayectoria del arquitecto, que a partir de ese momento y con su nueva firma EEA (Erick van Egeraat Associated Architects), comenzó a desarrollar, especialmente en los países del Este de Europa —donde encontró un público abierto a lo nuevo y pocas limitaciones presupuestarias—, una arquitectura sensual e intuitiva que prima la potencia formal de los edificios frente a otras consideraciones. El libro recorre los últimos diez años de un estudio que actualmente tiene oficinas en Rotterdam, Londres, Praga, Budapest y Moscú.