La construcción de la primera red de hospitales públicos españoles fue sin duda una de las empresas que acabaron por llevar a España a la modernidad: el sistema de atención y prestaciones a los trabajadores durante el régimen de Franco se transformó progresivamente en otro de Seguridad Social, que más tarde daría lugar a un sistema de salud de corte europeo. Los arquitectos españoles de la posguerra se enfrentaron a escalas inusuales y recurrieron a modelos y métodos de un racionalismo que no siempre se supo interpretar en sus auténticos términos. Alberto Pieltáin recoge la crónica de este mundo y el momento de esta arquitectura casi olvidada en la que se advierte una modernidad un tanto elemental y naíf, con fórmulas que pueden parecer dubitativas o irrelevantes, pero que son parte indiscutible de una primera adaptación del país a la sociedad occidental desarrollada. Fórmulas, por otro lado, compartidas con los hoteles de la costa o las oficinas en las grandes ciudades que, con esa arquitectura limitadamente moderna, técnicamente modesta y de un estilo vagamente internacional, proponían la imagen de una España con nuevos anhelos sociales.
El trabajo de Pieltáin se centra en un capítulo de la arquitectura española que no hizo sino tímidos intentos de adaptarse a las disciplinas médicas, dejando de lado metas más ambiciosas en la estela de los arquitectos de las vanguardias europeas. Los modelos de sanatorios, hospitales antituberculosos y clínicas que éstos proyectaron transformaron los sistemas formales y los programas de usos de la arquitectura sanitaria.