La villa NM se sitúa a dos horas al norte de la ciudad de Nueva York, en un área de frondosas colinas, destino habitual de vacaciones de las clases altas en los años veinte y treinta que adquirió fama internacional en el año 1969 por el festival de Woodstock y que a pesar de haber caído en el olvido en décadas posteriores, hace unos años ha vuelto a recuperar la popularidad sobre todo entre los jóvenes que quieren huir del ajetreo de la gran ciudad.

La casa, que no se concibe como residencia para la vida diaria sino como un espacio para disfrutar del tiempo libre, se inspira en las cabañas situadas al borde del lago, diseñadas como un volumen compacto y que ofrecen un refugio en contacto con la naturaleza, alejado de la vida urbana.

Situada en una parcela de 7.000 metros cuadrados rodeada de bosques y prados, la pendiente del terreno se aprovecha para la organización programática y volumétrica de la propuesta. Se parte de una sencilla caja prismática que se torsiona por su centro tanto en planta como en sección, dividiéndose en dos cuerpos: uno que se apoya en la pendiente y otro que se separa del suelo, elevándose sobre la ladera para generar un espacio de aparcamiento cubierto, a la vez que favorece la organización interior en distintos niveles.

La cocina y el comedor se sitúan en planta baja conectados con el salón situado 1,5 metros más arriba mediante una rampa que aloja una escalera, pudiendo así gozar de una posición privilegiada para contemplar el panorama del valle. Una rampa similar conecta el salón con el dormitorio principal y el de los niños, ubicados en la segunda planta. Todos los servicios de la vivienda (los cuartos de baño, la cocina y la zona de chimenea) se sitúan en el eje central de la misma permitiendo que se liberen los muros exteriores y se abran al paisa-je con grandes superficies de vidrio de suelo a techo; sólo las estancias que requieren mayor privacidad se cierran parcialmente.

La materialización del proyecto combina hormigón y vidrio con construcción metálica ligera. En el exterior, la casa se reviste con una chapa del color de la tierra y los vidrios se tintan del color del cielo al atardecer. En el interior, los paramentos continuos pintados de blanco generan un frío marco homogéneo que deja al entorno como protagonista.

Técnicamente, la transición volumétrica se genera por un conjunto de cinco muros paralelos situados en la parte central de la pieza que, rotando a lo largo de su eje horizontal, pasan de suelo a paredes y viceversa. La estandarización y prefabricación de los elementos estructurales permitió minimizar costes sin reducir la calidad espacial del interior... [+]