Emplazado sobre un pequeño promontorio y visible, por tanto, desde muchos enclaves privilegiados del Parque Olímpico, el Pabellón de Baloncesto será, con su capacidad para 12.000 espectadores, el tercer edificio más grande de todos los construidos con motivo de los Juegos de Londres.

Destinado a albergar algunos de los eventos olímpicos más populares —finales de baloncesto, pero también de balonmano—, el pabellón se ha concebido como una estructura ligera, efímera y desmontable en cuyo diseño la sostenibilidad ha jugado un papel relevante. Lejos de construirse con las pesadas soluciones en hormigón armado que son habituales en este tipo de dotaciones, el edificio se ha configurado con materiales fácilmente reciclables y sistemas industrializados que pueden desmantelarse o subdividirse en unidades menores según sean los requerimientos posteriores de uso.

La estructura del pabellón da cuenta de esta aspiración a la ligereza y la modulación, al estar formada por una sucesión de pórticos de acero laminado, arriostrados entre sí, y compuestos de barras cuyo innovador sistema de ensamblaje ha hecho posible su construcción en tan sólo seis semanas, independizando asimismo su montaje del correspondiente al graderío interior. Este ha quedado así separado unos metros con respecto a la estructura principal, lo que ha permitido generar entre esta y la fachada un pórtico que discurre a lo largo de todo el perímetro del edificio.

Los 22.000 metros cuadrados de la superficie del gran prisma generado por el entramado estructural se han cubierto con una singular envolvente construida con módulos tensados de PVC reciclable y libre de ftalatos, que se fijan a la estructura según bellos patrones tridimensionales cuyas secuencias curvas determinan la estética del edificio. Este patronaje arquitectónico define también la costura de la cubierta, formada por unidades susceptibles de oscurecerse o de mantenerse traslúcidas de acuerdo a los requerimientos de los diferentes programas albergados en el pabellón.