Más conocida por su puerto sobre el Canal de la Mancha que por su centro urbano —bombardeado en la II Guerra Mundial, reconstruido según un plan urbanístico dirigido por Auguste Perret y declarado Patrimonio de la Humanidad—, la ciudad normanda de Le Havre ha experimentado a lo largo de su historia todas las transformaciones relacionadas con el desarrollo del comercio marítimo e internacional. Con el progreso técnico y el incremento del volumen comercial, el puerto ha ido construyendo infraestructuras adaptadas a los nuevos requerimientos. Estas transformaciones se han articulado en un plan conocido como Puerto 2000, mediante el cual los antiguos terrenos portuarios, como las dársenas del siglo XIX, se incorporarán al tejido urbano, manteniendo en lo posible su carácter específico. Así, el archipiélago de piezas industriales irá transformándose en un área donde convivirán los usos administrativo (la sede de la Cámara de Comercio), turístico (varios hoteles), residencial, sanitario (una clínica privada) y de terciario (oficinas, comercial y de ocio). Éste último uso es el asignado al antiguo Muelle de las Antillas, donde se sitúan el futuro Centro del Mar y el Desarrollo Sostenible y el recientemente inaugurado centro acuático Les Bains des Docks. 

Con apariencia de nave industrial, el volumen de Les Bains es un prisma de unos 90 por 70 metros de lado, con una envolvente masiva de hormigón pintado en color gris oscuro en la que se abren huecos de diversos tamaños y proporciones que permiten adivinar la variedad espacial que se despliega en el interior. En contraste con la oscuridad del exterior, la luz —natural y artificial, directa y reflejada en el agua o en las paredes y suelos cubiertos de blancos azulejos vitrificados— protagoniza y los interiores, que parecen tallados en un sólido. El lenguaje escultórico, a base de sustracciones y adiciones cúbicas, se enriquece con la presencia del agua como materia fluida. 

El programa abarca tres funciones diferenciadas: el uso lúdico-deportivo, el balneario o spa y el centro de fitness. Al primero pertenecen la piscina de 50 metros situada al aire libre pero con el agua climatizada, y varias piscinas interiores equipadas con chorros, cascadas, géiseres y hasta un tobogán, rodeadas por áreas de estancia —entre ellas un solario indoor— organizadas con el mismo lenguaje a base de masas cúbicas que caracteriza todo el complejo. Un pequeño recinto, similar a una cueva compuesta por módulos de Tetris en colores brillantes (rojo, amarillo, verde), dedicado a los niños, rompe con la monocromía blanca de todo el interior. El spa, por su parte, cuenta con la habitual secuencia de piscinas a distintas temperaturas tomada de las termas romanas, a las que se añaden dos cabinas de sauna, un hamam, así como salas de relax y tratamientos balnearios. En la planta superior se encuentran las salas de ejercicio aeróbico y fitness, así como terrazas y solarios al aire libre. Un gran cuerpo de vestuarios, convenientemente situado junto al acceso, apenas señalado al exterior, y subdividido para reducir su escala, conecta las dos plantas... [+]