En la frontera sureste de la provincia de Gifu, situada en el centro de Honshu, la isla principal de Japón, Kakamigahara es una ciudad de cerca de 140.000 habitantes, cuya economía está basada principalmente en la producción automovilística y aeronáutica. Sus numerosos polígonos industriales surgen entre áreas naturales densamente arboladas que amortiguan el impacto visual de sus instalaciones. En una de estas áreas, junto a un antiguo cementerio, el crematorio Meiso no Mori aparece tendido y tenue, imprimiendo una huella de 2.200 metros cuadrados sobre la acusada orografía circundante. Son precisamente los accidentes del terreno los que inspiran el elemento que caracteriza el proyecto: un manto pétreo animado por las cimas y valles de una suave cadencia que parece congelada en el tiempo.

Con la misma intención con la que el edificio pasa de este modo a formar parte de la ‘arquitectura del paisaje’, el paisaje se incorpora a su dominio espacial y constructivo. De ello habla el perímetro cristalino que lo envuelve verticalmente y que sólo aparece ciego en la fachada que soporta las operaciones e instalaciones de cremación. En planta, el edificio incorpora el paisaje abrazando el lago artificial que lo separa del vecino cementerio.

En cuanto al programa, el nivel de acceso aloja un gran vestíbulo, dos velatorios, el horno crematorio con varios puestos de control, un par de salas para los féretros y tres más para momentos de espera. Estas últimas se agrupan en un apéndice para evitar su interferencia con el resto de usos. El nivel superior, al que se accede desde el área técnica de la planta baja, aloja la sala de máquinas del horno así como diversos cuartos de instalaciones.

Doce pilares huecos y fungiformes descargan el peso de la cubierta sobre zapatas superficiales y conducen el agua de lluvia hasta el lago artificial a través de conductos alojados en su interior y una red de arquetas intermedias. A la función portante de los pilares contribuyen los muros de la primera planta que se prolongan hasta intersectar con la cubierta. El resto de volúmenes se cubre a baja altura, permitiendo a la cubierta fluir por encima de ellos. De idéntica forma se resuelven los accesos que se recortan en la envolvente cristalina, aunque con cajas de menor tamaño.

El tratamiento del jardín circundante, con taludes tendidos y senderos sinuosos, sintoniza con la geometría vaporosa de la cubrición, cuyo eco reflejado en el lago parece envolver el conjunto en una nube... [+]