En pleno centro histórico de la capital, entre las plazas de Tirso de Molina y Cascorro, se encuentra la que se conoce como plazuela del Duque de Alba, a la que asoma la fachada señorial de un palacio del siglo XVIII. Adentrándose en la manzana se extiende un vasto conjunto de salas interconectadas mediante patios y un dédalo de escaleras. Tras salvarlo de la ruina, el Ayuntamiento ha encargado su rehabilitación, que debía abordarse respetando al máximo la estructura existente.

La nueva distribución agrupa las estancias más representativas en la crujía que da a la plaza, convertida en vestíbulo al aire libre. El resto de salas y oficinas se disponen alrededor de los tres patios principales: el de acceso, el central y el patio menor, que mantienen su orden de vanos, a diferencia de los más irregulares patios secundarios... [+]