En el extenso jardín de una villa suburbana de principios del siglo XX, una pequeña construcción de madera reformula el tipo tradicional de los cobertizos traseros. De este modo, se compone con los habituales materiales toscos y económicos: una sencilla estructura de elementos prefabricados de madera apoyados sobre una losa de hormigón, y una fachada impermeabilizada con láminas bituminosas, que le confieren un aspecto inacabado. Pero esta austeridad material contrasta con un tratamiento ornamental que remite a las composiciones clásicas de los palazzi y que se culmina con unas grandes contraventanas que, al cerrarse, transforman el volumen en una abstracta pieza de fuerte carácter tectónico. Esta inversión de las convenciones continúa en el interior, donde una disposición en enfilade recuerda a las residencias burguesas, mientras que las limitaciones de tamaño obliga a una ingeniosa solución que aglutina todos los núcleos húmedos en el centro para ocultarlos cuando se abren las puertas de las estancias principales. Los acabados de las estancias también se alejan de la sencillez habitual de un galpón, con un suntuoso color verde en las paredes, un suelo de hormigón pulido claro y unas amplias ventanas que introducen el jardín circundante en el peculiar espacio del pabellón...[+]