La ampliación del Kunstmuseum de Basilea implica reconfigurar un espacio destacado del casco histórico de la ciudad. Así, los dos edificios —el existente, con un lenguaje clásico; y el volumen plegado contemporáneo— se combinan y se conectan bajo la calle que los separa. Esta dualidad se convierte en el hilo conductor del proyecto: la organización espacial de la ampliación se inspira en el edificio antiguo, y su configuración se refleja en la fachada, que se compone de un espacio de acogida en planta baja alineado con la arcada preexistente; una serie de ventanas que perforan el plano intermedio; y un friso que reinterpreta su forma clásica en clave tecnológica, a través de una serie de cintas LED configurables que iluminan los intersticios entre los ladrillos. La dualidad formal se intuye también en el empleo de los materiales, de tal manera que el ladrillo industrial hace referencia a la fachada de caliza, y el pavimento de piedra que se prolonga en un mármol de Carrara gris toma como modelo el suelo pétreo del volumen al que se ensambla...[+]