Frente a las costas sicilianas y con la imponente presencia del Etna en la lejanía, cuarenta y seis columnas exentas de ocho metros de alto se extienden a lo largo del paseo marítimo de Reggio Calabria para conformar una retícula ortogonal que se superpone al sinuoso trazado del parque a orillas del mar Mediterráneo. Su construcción con malla galvanizada electrosoldada les otorga una materialidad difusa y etérea que se suma a los juegos escénicos y los fenómenos ópticos que ocurren en el mítico estrecho de Mesina.

La naturaleza industrial del material y su transparencia —que configuran lo que el autor denomina «materia ausente»— reinterpretan el lenguaje de la arquitectura clásica para crear nuevas relaciones con el lugar, en una suerte de ‘ágora mental’ que invita a la contemplación del paisaje y a la búsqueda de nuevos significados poéticos.