El campus de la escuela de Brighton, una de las instituciones educativas más prestigiosas del Reino Unido, consta de dos áreas bien diferenciadas: un sector histórico, compuesto por edificios catalogados, diseñados por Sir Gilbert Scott y Sir Thomas Jackson en el siglo XIX; y un área deportiva, bordeada por edificios de los años 1970 y 1980, donde se sitúa la nueva construcción.

Como punto de partida, la propuesta desafía el carácter convencional asociado a los edificios de los colegios privados, caracterizados por el empleo de un lenguaje neogótico, sus interminables pasillos vacíos y el predominante silencio. Observando que los procesos de aprendizaje tienen lugar tanto fuera como dentro del aula, el proyecto articula una nueva idea de espacio educativo que refuerza la interacción y el intercambio. Así, dos departamentos aparentemente incompatibles —una escuela de ciencias y otra de deportes— se funden en un único volumen apaisado, situado al margen de un gran campo de juego. Como resultado, este esquema conceptual da lugar a un espacio vibrante donde las actividades de los estudiantes no se encuentran necesariamente reguladas por el estricto horario escolar.

En cuanto a la distribución del programa, los espacios deportivos principales se encuentran en planta baja, a nivel del campo. Mientras, el departamento de ciencias, que cuenta con aulas, laboratorios y un invernadero, se superpone a los espacios deportivos como un puente con una concatenación de espacios escalonados. Las fachadas, por su parte, replican el ritmo regular de las de las viviendas implantadas frente al nuevo edificio. Por último, la azotea ofrece una vista panorámica del mar del Norte...   [+]