Maranello, un pequeño pueblo de la provincia de Módena, en la región de Emilia Romagna, que ocupa el centro de la Italia septentrional, lleva unido a su nombre la imponente compañía de la marca de coches más admirada, exclusiva y deseada de la historia del automóvil. La escudería de alta competición, fundada en 1929 por el modenés Enzo Ferrari, estableció allí su primera fábrica en 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, y tras pasar por la destrucción material a causa de las bombas, fue incorporando, al ritmo creciente de sus éxitos comerciales y deportivos, nuevas instalaciones de arquitectura industrial, siempre ambiciosas en cuanto a la selección de sus autores.

Entre todas las piezas del complejo destaca la Galeria del Viento F1, diseñada por el genovés Renzo Piano e inaugurada en 1997 y ahora se une a ella el nuevo edificio para el Centro de Desarrollo de Productos. Su ubicación en el centro del futuro acceso principal a la ciudad Ferrari confiere a la nueva obra el papel de ser imagen corporativa de la marca. La filosofía de trabajo de la casa del Cavallino Rampante concede mucha importancia a la calidad de los ambientes de trabajo. El proyecto fue concebido con estas dos condiciones de partida, un presupuesto de quince millones de euros y unas necesidades programáticas de diecinueve mil metros cuadrados.

Esta obra representa el desarrollo de una nueva poética de la ligereza. La imagen global está dominada por un volumen flotante que vuela sobre el acceso y está separado del resto del edificio, suspendido sobre una lámina de agua que cubre el volumen inferior. Cinco cajas de vidrio luminosas y la mínima estructura necesaria son la única conexión física entre ambos volúmenes. Sobre la superficie reflexiva del agua, varias pasarelas crean una red de conexiones entre las dos salas de reunión, pigmentadas en los dos colores corporativos: rojo y amarillo. En el centro del edificio, un sistema de escaleras camufladas en un bosque de bambú unifica los distintos niveles.

El deseo de introducir la naturaleza en este complejo marcadamente tecnológico ha llevado a mezclar el agua, la luz y el bambú con los materiales constructivos habituales. La estructura de acero sencilla en el volumen inferior se hace compleja con cerchas y arriostramientos en el superior. La repetitiva fachada de vidrio enfatiza la abstracción volumétrica de la pieza. El falso techo continuo de aluminio de alto grado de reflexión compite en tersura con la lámina de agua que lo enfrenta. El edificio participa de la poesía y la magia de una compañía de fabricación de coches que ha representado para muchas generaciones la realización de un sueño hermoso... [+]