Diseñadas para fabricarse en serie, las casas económicas forman parte de un conjunto de estudios que Lina Bo Bardi desarrolló en 1951 de forma paralela a la construcción de su propia vivienda. Aquí, la transparencia también es el punto de partida, con amplios paramentos acristalados que disuelven el límite del espacio construido y generan un lugar protegido del mal tiempo donde disfrutar del exterior. A escala urbana, el asentamiento está formado por unidades residenciales independientes, distribuidas sobre una retícula ortogonal, que se complementan con áreas libres y edificios comunitarios. Cada célula unifamiliar se sitúa en el centro de un jardín privado siguiendo el esquema tradicional de la cabaña cercada. El forjado de la casa se eleva una altura de seis escalones sobre el suelo para alejarse de la humedad del terreno y mejorar la ventilación.
La vida pública de las viviendas se abre al exterior a través de dos frentes transparentes mientras que las habitaciones privadas, la cocina y el baño, se esconden en un núcleo central en torno al cual se distribuyen el resto de las estancias. La cubierta, a dos aguas, se inscribe dentro de un volumen paralelepípedo. De esta forma, la imagen exterior de la casa se acerca al modelo del pabellón moderno, reduciendo su envolvente a un prisma suspendido.