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Utopias and Revolts
Cuando escribió aquello de que el hombre es un animal político, Aristóteles no podía prever que su tesis sería completada mucho más tarde por un extraño sujeto, Joseph Beuys, para quien lo que define a los hombres es, en realidad, su condición de artistas. Este raro bucle que se retuerce entre la política y el arte es el hilo argumental de un sólido y estimulante libro: Utopías artísticas de revuelta.
Su autora, Julia Ramírez, analiza las dimensiones estéticas y utópicas de formas de activismo comunitario que comparten una misma praxis: la ocupación del espacio urbano y su transformación mediante las herramientas del mundo de arte. Este estudio de la ‘creatividad activista’ se sostiene sobre varios estudios de caso, como la liminar experiencia londinense de Claremont Road en 1993 —en la que grupos de okupas levantan esculturas que hacen las veces de barricadas—; las performances del colectivo Reclaim the Streets en 1995 —que anulan los usos convencionales de las calles londinenses mediante una ‘jardinería de guerrilla’ que abre hueco a utopías efímeras—, o, de un modo paradigmático, la multitudinaria ‘Acampadasol’, que construye una ciudad instantánea dentro de otra de acuerdo a un ‘urbanismo’ asambleario y de variopinto contenido simbólico.
En todos estos ejemplos la utopía actúa como discurso, y el arte como lenguaje, sin que ello signifique que ambas dimensiones puedan separarse. Fundir en la narración la política y la estética —entender las manifestaciones artísticas como la expresión simbólica de la voluntad de transformar la realidad— es así el principal atractivo de un libro que no renuncia, por otro lado, a exponer las contradicciones de las actuales utopías artísticas de revuelta, herederas al cabo de otros procesos más añejos de estetización de lo político: el punk, la contracultura hippy, pero también —cómo olvidarlo— los totalitarismos del siglo XX.