Con el centenario del nacimiento de Burle Marx (1909-1994) nuevos trabajos teóricos se sumaron a la ya copiosa bibliografía escrita sobre el prestigioso paisajista brasileño. Parecía que poco podía añadirse a los ensayos publicados por críticos e investigadores a lo largo de medio siglo: Pietro Maria Bardi (1964); Flávio L. Motta (1983), Sima Eliovson (1991); Giulio G. Rizzo (1992), Marta Iris Montero (1997); y que serían insuperables las dos grandes exposiciones que circularon internacionalmente: la del Museo de Arte Moderno de San Pablo (MASP) en 1952 y la del MoMA en 1991, reproducida en la Bienal de Venecia en 1993. Sin embargo, Lauro Cavalcanti, director de la Galería del Palacio Imperial, y el libanés Farés el-Dahdah de la Universidad de Rice, se han unido en la presentación de una importante exposición conmemorativa con ocasión de este centenario: un éxito cultural y de público, cuyo mérito consistió en no enfatizar sólo su obra paisajística, sino en evidenciar el multifacético mundo creativo de Burle Marx, en el que se integraban arquitectura, urbanismo, pintura, escultura, murales y diseño de objetos. Un torrente imaginativo que sitúa a Marx en la triada del Movimiento Moderno brasileño al lado de Lucio Costa y Oscar Niemeyer.
Para acompañar la exposición, Cavalcanti y El-Dahdah han publicado un libro con la participación de una decena de autores de diferentes nacionalidades, así como textos paradigmáticos de Burle Marx intercalados entre las diversas secciones. Los comisarios de la exposición desarrollan en sus textos los fundamentos de la misma y la visión caleidoscópica de la obra del maestro. Debido a la breve extensión de los ensayos, no se manifiestan contribuciones particularmente significativas, pudiendo dividirse en tres grupos básicos: el análisis de la obra paisajística por reconocidos especialistas —Jacques Leenhardt y José Tabacow—; la interpretación de su pintura y escultura por críticos de arte —Lélia Coelho Frota y Paulo Venâncio Filho—; y un sobrevuelo genérico de autores amateurs —Lars Lerup y Valerie Frazer— que relacionan su obra con Borges y Le Corbusier.
Sin lugar a dudas posee otra escala la seria y profunda investigación de Guilherme Mazza Dourado. Su libro es el resultado de una década de estudios dedicados a Burle Marx, que culminó con la presentación de una tesis de maestría en la Universidad de San Pablo. Como tal, no pretende abarcar la totalidad de la obra de Marx, sino que se concentra en dos periodos: los inicios de su experiencia paisajística en Recife y Minas Gerais (1930-1940); y la etapa de la consolidación de su lenguaje (1950-1960), que alcanza su expresión madura en el Parque (Aterro) de Flamengo en Río de Janeiro. El estudio tiene varios méritos: el primero, analizar la herencia histórica paisajística brasileña e internacional que incidió en la formación de Burle Marx; el segundo, estudiar en profundidad algunos de los principales parques y jardines realizados —Parque do Barreiro en Termas de Araxá, Odette Monteiro, Kronsforth, Parque Salgado Filho, entre otros—, pero sin limitarse a los aspectos formales, sino enfocados en un equilibrio entre estética, ecología y botánica; el tercero, lograr enumerar todas las especies vegetales utilizadas en sus búsquedas y expediciones para recuperar la flora tropical, en gran parte desconocida; y por último, reproducir los dibujos originales de cada uno de los proyectos, todavía celosamente guardados por los herederos de su estudio. Son objetivos que contribuyen a profundizar el conocimiento detallado de la obra de Burle Marx, que aún tiene un camino largo por recorrer.