A lo largo de su trayectoria como profesor, Ricardo Aroca no solo ha buscado enseñar a enfrentarse a las estructuras sabiendo identificar los problemas clásicos y resolverlos, sino a establecer una reflexión que es menos un instrumento para alcanzar un proyecto razonablemente eficiente que un marco que permite interiorizar el comportamiento de las estructuras. Que permite comprenderlas, tal como reclama el título de la colección de cinco libros que reúnen sus empeños docentes.
Comprenderlas, ¿para qué? Máxime en un tiempo en que las herramientas de análisis automático facilitan su validación aun sin tener una idea cabal de su comportamiento. En el proyecto de una estructura, ya es posible describir una especie de ‘competición’ entre ingenieros noveles y senior. En un proceso cíclico, el menos experimentado puede lograr, con el auxilio de los ordenadores, un ritmo de mejora bastante cercano al que puede lograr el avezado a partir de su entendimiento y su experiencia, con ayuda básicamente de lápiz y papel aun cuando necesite recurrir ocasionalmente a tecnologías más sofisticadas.
Así pues, ¿para qué comprender las estructuras? La respuesta está en el proyecto de arquitectura, en el diseño de la estructura propiamente dicho. Se trata del «¿Cómo se empieza?» del que habla Ricardo en la primera página del prólogo. El propósito es acometer el diseño de un objeto complejo que involucra funcionalidad, organización espacial, estética, contexto, coste… Un objeto en el que la estructura puede desempeñar un papel mayor o menor, a veces central, pero nunca autónomo.
Por eso, ni se justifica que la estructura se considere al margen de los otros condicionantes o intenciones del proyecto ni es sensato pretender insertarla a posteriori, como con calzador, en algo imaginado más allá de la obra completa. Durante la fase de concepción, comprender la estructura con cierta profundidad permite incorporarla cabalmente en la reflexión, aprovechar en favor de la obra tanto las restricciones como las oportunidades que aportan los requisitos estructurales. Esto es lo que, a mi juicio, siempre ha procurado transmitir Ricardo Aroca en su perfil de profesor.
La colección está, muy acertadamente, ordenada por requisitos —equilibrio, resistencia, rigidez, estabilidad— más que por tipos. Pero además de recorrer detalladamente lo que implica cada uno de ellos, resulta ilustrativa la claridad con que identifica y liga los parámetros fundamentales de la forma y la materialidad —esquema, proporción, tamaño, dimensionado, material— a dichas exigencias estructurales primordiales.
Debo decir que el conjunto me ha resultado muy sugestivo, tanto por la ligereza del texto como por la calidad de los dibujos. Todas las figuras están hechas a mano y, como explica Ricardo, trazadas siguiendo el ritmo mismo de la escritura. En sus páginas me parece estar viendo, de nuevo y en directo, las clases de Ricardo en la pizarra, ejercicios en los que demuestra que el rigor no está reñido ni con la claridad ni con la sencillez.