En 1934, T.S. Eliot escribió en ‘El primer coro de la roca’: «¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento? ¿Dónde el conocimiento que hemos perdido con la información?». Quien busque información estéril en el Atlas histórico del urbanismo español de Fernando de Terán quedará defraudado, porque frente a textos concebidos desde la erudición, propios de otros tiempos, el trabajo testimonia la sabiduría del autor adquirida gracias a su experiencia a lo largo de décadas. Casi cincuenta años después de la Breve historia del urbanismo en España de Chueca, la pretensión de Terán no era elaborar una ‘historia urbana’, sino, apoyándose en un excepcional material gráfico, reformular el comentario de Walter Benjamin en Calle de dirección única: así, «desde qué supuestos se trazó nuestra vivienda» se convierte en «desde qué supuestos se trazaron nuestras ciudades».
La reflexión es la característica fundamental de esta obra. La leyenda urbana cuenta que, a finales de los sesenta, Terán había intentado publicar la colección de planos que llevaba reuniendo años, para cuya maquetación se los confió a quien, al poco, desapareció (junto con los mapas y planos). Al retomar el proyecto hace algunos años, fue preciso localizarlos en archivos y bibliotecas, reproducirlos y configurar de nuevo el cañamazo del libro. Por ello, lo que ahora se pone en manos del lector no es una colección privada, sino una cuidada selección de cartografía histórica española, que entiende el hecho urbano como un espacio cambiante a partir del cual es posible teorizar sobre los conceptos de frontera, límite o umbral.
A riesgo de equivocarme, quizá debiera plantear el presente volumen como el último de una trilogía, escrita sin intención de serlo, iniciada en 1978 con la publicación de Planeamiento urbano de en la España contemporánea. Historia de un proceso imposible, y seguida en 2017 por Antes de salir por la puerta del tiempo. Visión personal de un urbanismo real. En el primer título, Terán (ya entonces con una amplia trayectoria dentro del Ministerio de Vivienda que culminó como director técnico del área metropolitana de Madrid) enfrentaba las teorías urbanísticas a procesos reales, presentando el planeamiento urbano en España como «una historia triste de tres cuartos de siglo» y definiendo dicho lapso de tiempo como «el del planeamiento imposible». Conviene también recordar que, paralelamente desde CEISA (la Escuela de Sociología alternativa al saber oficial), el autor desarrolló con Mario Gaviria dos investigaciones determinantes (por su método de análisis) sobre la realidad urbana tanto del barrio de la Concepción como del Gran San Blas, ambos publicados en la revista corporativa Arquitectura.
Si la visión que Terán analizó como técnico correspondía a la crisis de los fundamentos teóricos del ‘urbanismo científico’, el volumen que publicó en 2017 explicita cómo se produjo el paso del poliédrico urbanismo impuesto tras la Guerra Civil por Bidagor, Cort o Alomar a las propuestas que abrieron puertas a una nueva forma de entender y valorar los conceptos de territorio y ciudad a finales de los sesenta. Asumiendo la idea de Gunnar Myrdal sobre la necesidad de conocer «las fuerzas que están detrás de la tendencia a la planificación en los países occidentales», Terán contrastó las políticas, hizo ver sus contradicciones y dio a conocer las veladas tensiones que, desde la Administración, configuraron nuestra contemporaneidad, en momentos en los que cuestiones como la reforma de la ley de suelo abrían debates sobre si el crecimiento era deseable o sobre el modo de limitar sus efectos. Nombrado director técnico de COPLACO por el primer Gobierno de la UCD en 1977, encaró la ampliación del sistema infraestructural territorial con un ‘programa de mantenimiento metropolitano’ de abajo arriba y de arriba abajo, con el que buscó encontrar formas de incorporación de la opinión pública en la toma de decisiones, entroncar con las reivindicaciones ciudadanas y colaborar con asociaciones vecinales. Su propuesta, que precisaba el acuerdo de las distintas fuerzas políticas, buscó partir de análisis pormenorizados de las piezas que componían aquel territorio, a fin de detectar los problemas urbanos mas perturbadores y las apetencias de mejoras deseadas por las poblaciones locales: una voluntad que se fue al traste por el incumplimiento de los Pactos de la Moncloa por parte de la Administración.
El Atlas histórico no es una ‘historia urbana’ sino un cúmulo de opiniones y conceptos a los que Terán llega tras años de reflexión, y que formula casi a modo de greguerías en resonancia con el festín de imágenes publicadas. Su conjunto permite comprender el modo de pensar del autor, y con ello desentrañar lo que cabría definir como el legado intelectual de quien, durante casi setenta años, ha estudiado, analizado y reflexionado de manera más que excepcional sobre el urbanismo español, en pos de opciones alternativas.