Como una cata en un rico yacimiento arqueológico, el cuarto volumen de la serie que recoge la obra completa de los arquitectos Herzog y de Meuron —centrado en el periodo de 1997 a 2001— se propone reflejar una realidad compleja con el distanciamiento objetivo del científico. El resultado, atractivo por su cercanía al método de trabajo y a las inquietudes intelectuales de los suizos, presenta, pese a la renovada maquetación del diseñador gráfico Ludovic Balland, una forzada homogeneidad que dificulta su comprensión para el lector no iniciado.
Tras la aproximación teórica de la introducción —a cargo, como en los volúmenes anteriores, del editor de la publicación Gerhard Mack — se desarrollan veinticuatro de los cincuenta y cuatro proyectos que abarca la monografía: una reducción necesaria a causa de la ingente producción del estudio de Basilea, ganador en 2001 del premio Pritzker, cuyo discurso de aceptación también se incluye en este tomo. Cada uno de los proyectos viene precedido por una sugerente fotografía aérea del emplazamiento —una mirada sobre el territorio conceptual y literalmente tomada de Google Earth— y por un inhabitual texto de presentación a cargo de los propios arquitectos. Es éste, probablemente, una de la más interesantes aportaciones a la colección; una mirada crítica que no elude los conflictos, malentendidos y frustraciones inherentes al proceso proyectual y que rara vez son, por miedo o por pudor, expresados en público. La selección de material que se reúne a continuación conserva el espíritu de la exposición itinerante ‘The Archeology of the Mind’ —presentada por el Centro Canadiense de Arquitectura de Montreal en 2002 y resumida en el catálogo Herzog & de Meuron: Natural History editado por Philip Ursprung (véase Arquitectura Viva 87)—, una visión similar a la de un naturalista o un arqueólogo, donde imágenes, planos y bocetos adquieren un valor más testimonial que explicativo, más vinculado a los procesos que a los resultados. Esta yuxtaposición de documentos heterogéneos, desjerarquizada, casual sólo en apariencia, consigue dar un testimonio coherente de la labor desarrollada por los autores, pero resulta insuficiente para el entendimiento profundo de las obras. Quizás por ello se han añadido dos capítulos, a modo de anexos, con planos y fotografías. La homogeneidad en el tratamiento de estos elementos incide, de nuevo, en la voluntad de tratar cada objeto como parte de un todo, como un eslabón más dentro de una producción arquitectónica cohesionada. Cabría preguntarse, sin embargo, la idoneidad de este método, que representa de manera similar edificios que difieren notablemente en tamaño, programa y complejidad, frente a otros procedimientos más ortodoxos (véase Herzog & de Meuron 1978-2007, publicado por la editorial Arquitectura Viva). El volumen contiene, finalmente, fichas resumidas de la totalidad de los proyectos así como textos diversos, entre los que destaca una clarificadora conversación entre Jacques Herzog, el artista Jeff Wall y el editor Philip Ursprung: tres de las personalidades en torno a las que orbitaba Natural History, reunidas para discutir los nuevos hallazgos surgidos a orillas del Rin.