Esta pequeña monografía de Massimiliano Fuksas, arquitecto romano que ejerce por toda Europa, muestra sus últimos intereses a través de algunos edificios construidos, pero sobre todo a través de los proyectos que aún reposan en el tablero.
La aparentemente tradicional estructura del libro (artículo y glosario de obras) puede llamarnos a engaño: en primer lugar, porque el texto se desarrolla en forma de una entrevista realizada por Paolo Conti, un periodista amigo. Más que situarle en la posición del autor que explica su obra, este formato permite al último director de la Bienal de Arquitectura de Venecia divagar sobre temas tan diversos como los centros históricos, el hábitat de la sociedad posindustrial o la ética profesional [recuérdese el título de la Bienal: ‘Menos estética y más ética’]. De la selección de obras se deduce la gran versatilidad arquitectónica del personaje en cuestión, que transita sin dificultad desde la precisión constructiva del gimnasio Candie St-Bernard en París o las miesianas torres mellizas de Viena, hasta la retórica propuesta del centro de la paz en Jerusalén como una escalera al cielo o el proyecto à la Koolhaas de la Agencia Espacial Europea en Roma.
El libro se encuentra por completo huérfano de dibujo arquitectónico en el sentido técnico del término, mientras que abundan las fotografías, infografías o maquetas de trabajo. En una voluntad clara de explicar la génesis de los proyectos, se hace especial hincapié en los magníficos dibujos a gouache y tinta del autor, que serían merecedores de una publicación propia. Es éste el material que mejor nos hace entrever ese ‘caos sublime’ en el que Massimiliano Fuksas dice haberse instalado para entender el mundo y proyectar sobre él.