Tras la muerte de Zaha Hadid en 2016, los más optimistas pronosticaron la lenta agonía del estudio, y los más agoreros, su inmediato colapso. Ni una cosa ni otra han ocurrido: la oficina dirigida hoy por Patrik Schumacher no sólo ha sabido terminar las últimas obras proyectadas por Hadid, sino también ganar concursos para grandes edificios —para verdaderos colosos— en muchos escenarios de la globalización. De ello dan cuenta los cuatro ejemplos seleccionados en estas páginas: la torre Leeza Soho y el aeropuerto de Daxing, ambos en Pekín; el centro de cultura y arte Changsha en la provincia china de Hunan; y el estadio Al Janoub en la ciudad qatarí de Al Wakrah.