Mendes da Rocha / Gironès 

Es acaso un síntoma de los tiempos que las últimas ediciones de las grandes bienales de arquitectura y arte hayan tenido una indisimulable agenda política o, cuando menos, una marcada sensibilidad social y ecológica. Fue el caso también de la XI edición de la Bienal Iberoaméricana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU), que premió en 2019 dos intervenciones definidas por su compromiso: el proyecto SESC 24 de Maio en São Paulo, del maestro Paulo Mendes de Rocha, y el Museo del Clima en Lérida, del arquitecto catalán Toni Gironès. Situado en una zona especialmente densa de la ciudad paulista, el SESC 24 de Maio es el fruto de la transformación de un centro comercial en un conjunto muy variado de dotaciones públicas, de las cuales la más emblemática es una piscina dispuesta en la cubierta, que hace posible una panorámica inédita de la ciudad. Por su parte, el Museo del Clima se ha concebido mediante un planteamiento riguroso y al mismo tiempo creativo de control higrotérmico de los ambientes, que toma el espacio público como argumento de partida y acaba traduciéndose en la estética povera que es característica del autor, que se define a través de una paleta muy limitada de materiales y acabados en bruto.