Placeres pragmáticos

Bjarke Ingels 
31/08/2013


Durante la última década hemos encontrado lo que parece ser una ley de la naturaleza o, al menos, una ley de la arquitectura: quizá es inevitable que la infraestructura industrial del pasado se transforme, adaptándose para convertirse en el marco de la vida social y cultural del presente.

Las antiguas vías del tren en Manhattan Lower West se transforman en el High Line, el parque más popular del Nueva York actual. La Tate Modern en Londres es una antigua central eléctrica. Los parques y lagos más hermosos de Copenhague son los fosos y murallas transformados de la antigua fortaleza de la ciudad. Los primeros telesillas del mundo fueron ascensores mineros reutilizados: cuando la plata se agotó, el sentido de marcha se invirtió, y en lugar de transportar los metales desde las colinas se empezaron a subir esquiadores a las pistas. Los lofts industriales del Soho con sus altos techos, amplias luces y grandes ventanas, se han convertido en los lugares más deseables para vivir.

Se podría decir que la innovación en la infraestructura industrial o militar allana el camino para la arquitectura convencional que viene después. Y este fenómeno no se limita a la arquitectura: es en los uniformes destinados a la industria y la ropa deportiva donde se desarrollan los mejores, más rápidos y resistentes tejidos y accesorios. Posteriormente, estas innovaciones dan el salto a la pasarela a través de la moda ‘retro’. La lista es interminable. Algunos de los productos básicos de la moda actual —los pantalones vaqueros y las zapatillas de deporte— se inventaron para ser usados en la mina o en la pista de atletismo.

Los vehículos ‘todocaminos’ urbanitas (SUV: Sport Utility Vehicles) descienden del Jeep, un término que a su vez es una compresión fonética de la abreviatura militar GP (General Purpose Vehicle, es decir, vehículo para todo uso). El GPS, el MP3, el MP4 o Internet provienen de la investigación militar. Lo que empieza con una finalidad estrictamente práctica o funcional, como la compresión de datos o el sistema de localización global, termina convirtiéndose en una herramienta social para compartir vídeos de mascotas y bebés o para encontrar la cafetería más cercana.

Incluso la ingeniería —basada en la idea de aplicar la ciencia a la construcción de puentes y a la balística— deriva de lo militar. Y lo mismo se puede decir de la arquitectura. En nuestra obra reciente se nos ha encargado cada vez con más frecuencia la tarea de insertar una función social o cultural en estructuras abandonadas de nuestro pasado industrial o militar... 


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