Es la exposición del verano. Trece años después de su aclamada intervención en la Sala de Turbinas, vuelve Olafur Eliasson a la Tate Modern de Londres con In Real Life, un repaso de su trayectoria desde los 90. Las largas colas ya se han instalado a sus puertas.
Decía Eliasson hace poco que los museos ofrecen estructuras de comunicación únicas que afectan a nuestra relación con el arte. Estas relaciones son precisamente las que se despliegan en su última cita en la Tate Modern, en una gran exposición que huye del hilo cronológico y de un recorrido único. La muestra In Real Time se organiza mediante las experiencias sensoriales que producen las obras en el espectador. El cambio climático, las investigaciones sobre la geometría de las formas y la relación entre humanos y otras especies son algunos de los temas que toca Eliasson en sus instalaciones, fotografías, esculturas e intervenciones arquitectónicas. Y todo ello en un momento, el actual, tan marcado por la crisis medioambiental que no podría ser más oportuno.
Eliasson (Copenhague, 1967) saltó a la fama internacional a finales de los noventa, desligándose de la intensa escena post-punk islandesa formativa en su carrera: desde el activismo ecologista pop de grupos musicales como Sugarcubes (en el que destacaba su cantante, Björk) a las relaciones contemporáneas con el paisaje y artistas míticos y aún en activo como Rúrí, con sus esculturas e instalaciones lumínicas. Proyectos como el de la Bienal de Berlín de 1998, en la que tiñó el río Spreede de verde fluorescente con sustancias no tóxicas, o sus fotografías de volcanes y glaciares atestiguaban un interés estético por la cultura medioambiental... [+]