1949 - 2012
Lebbeus Woods ha sido, tal vez, el último de los arquitectos visionarios, entendiendo por ‘visionarios’ aquellos que no tienen esperanzas de ver construidas sus obras. Nacido en Michigan en 1940, tuvo una vocación muy temprana, y a los veinte años ya estaba enrolado en el equipo de Eero Saarinen, entonces adalid del funcionalismo más sensual. Sin embargo, Woods rompería rápidamente todos los lazos anteriores, para desarrollar su inconfundible estilo de dislocaciones del espacio y deconstrucciones de la forma, modelando un universo que, lejos de aspirar a la utopía, se recreaba en los paisajes de la destrucción, como el Berlín de la posguerra, el Sarajevo de los años 1990 o La Habana de la pertinaz carestía. Con tales ambiciones, el dibujo acabó siendo su principal campo de expresión, y al cabo también su refugio, pese a sus rentables incursiones en el mundo del cine (fue ‘arquitecto conceptual’ de Alien 3). Cuando murió, estaba a punto de finalizar en Pekín su única obra construida, el Pabellón de la Luz, un etéreo amasijo de brillantes tubos de acero que evoca una de sus primeras visiones: aquella tumba de Albert Einstein cuyo destino era orbitar en torno a la Tierra, incesantemente.