
Considerar que el templo dórico griego tiene esquinas de diseño objetable es desde luego una imprudencia por mi parte, pero voy a arriesgarme con la esperanza de que el lector docto no se ofenda.
Es sabido que la forma del templo proviene del cobijo primigenio, la casa de Adán en el paraíso, la choza cubierta a dos aguas: la solución constructiva de geometría más sencilla, económica y eficiente para conseguir un habitáculo protegido de la lluvia. El tejado a dos aguas del templo griego aprovecha la extrema pureza geométrica de este tipo de cubierta, mucho más simple y clara que una cubierta a cuatro aguas; pero esta sencillez lleva aparejado un problema que a lo largo de la historia ha obsesionado a los arquitectos: la radical distinción entre las fachadas laterales —donde solo se expresa por medio de la canal o el alero— y los testeros —donde aparece el inevitable pedimento triangular—...[+]