La ciudad de los 10.000 millones de habitantes
¿Puede la creación de una gran megaurbe solucionar los problemas del planeta? Dos proyectos plantean los retos y beneficios de concentrar a toda la humanidad.
En algún lugar a mitad de camino entre la fatalidad y la utopía están dos proyectos de arquitectura actuales que hablan del futuro de la humanidad. De todo el futuro de toda la humanidad. Uno lleva el nombre de Masterplanet y la firma de Bjarke Ingels, el danés que representa a la nueva generación de estrellas globales en su oficio. De Masterplanet sólo se conoce por ahora una entrevista que Ingels concedió a la revista Time y, como pista, sus trabajos anteriores en el tema utópico-ecologista. En 2015, Ingels lanzó la imágenes de Oceanix, un prototipo de ciudad construida en islas flotantes con una tecnología muy sofisticada dirigida a reducir al mínimo el impacto medioambiental. El biorock, un material desarrollado con corales marinos, sería el hormigón limpio de ese mundo feliz.
El contrapunto a ese proyecto se llama Planet City y tiene la forma de una película y un libro en el que aparecen contribuciones de autrores conocidos como Saskia Sassen. Su impulsor es Liam Young, un australiano que se dedica a la ciencia ficción urbanística como método de ensayo intelectual. Young es, además, un radical. Planet City lleva el subtítulo de «La ciudad de 10.000 millones de habitantes» y consiste, en resumen en eso: en concentrar a la humanidad en una superficie hiperdensificada de 210.000 kilómetros cuadrados (menos que el Reino Unido) y dejar que la naturaleza se apodere del 99,8% restante del planeta y deshaga el camino autodestructivo de los últimos siglos. Ojo: Planet City no es un proyecto arquitectónico hecho para ser construido sino una idea tan verosímil como pueden serlo las novelas o las películas, y llevada al límite para generar debate.
El Mundo: La ciudad de los 10.000 millones de habitantes