Desde el opus caementicium de los romanos, el hormigón ha ido evolucionando. Hoy podemos incluso eludir su condición gris y opaca dejando paso a la ‘translucidez’ de los hormigones cargados con fibra óptica, la cual permite que la luz traspase la estructura del material. La composición de estos hormigones especiales, además de la fibra óptica repartida en granos con un diámetro que oscila entre los 2 micrómetros y los 2 milímetros, incluye cemento, arena y resina epoxi transparente y estable frente a la radiación ultravioleta. La adición del material transparente no impide que el hormigón tenga resistencia mecánica.
El aglomerante que forma este hormigón especial es un cemento blanco que cumple con un índice de blancura superior al 85 %, y que se usó por primera vez en la iglesia romana de Dio Padre Misericordioso, del arquitecto norteamericano Richard Meier. Su blancura se debe a la inserción de nanopartículas de TiO2 (dióxido de titanio). Puede, además, transmitir el color y, en cuanto a velocidad de fraguado, las nanopartículas de las que está compuesto la aceleran: con este cemento, BASF ha logrado un fraguado de 6 horas en vez de las 12 habituales.
Las fibras de vidrio utilizadas como aditivo son básicamente un fino hilo de vidrio. El material resultante es translúcido, ya que las fibras de vidrio guían la luz en forma de pequeños puntos, a partir de una cara, iluminando la cara opuesta del bloque.Debido a los millares de fibras ópticas paralelas, la imagen del lado más claro de la pared aparece en el lado más oscuro sin ningún cambio. Teóricamente una estructura construida con este cemento puede tener varios metros de grosor, puesto que las fibras son capaces de trasmitir la luz hasta 20 metros sin pérdidas significativas de intensidad y brillo de la luz. El volumen de la fibra óptica que se utiliza es pequeña: sólo un 4% del volumen total. El cemento translúcido se presenta en forma de bloques-placas, que pueden utilizarse en la composición de muros o pilares. Es 30% más ligero que el cemento convencional, permite el paso de hasta 80 % de la luz y mantiene las propiedades fundamentales de dureza, fraguado y resistencia a la compresión, contribuyendo a reducir el consumo eléctrico del edificio.
En cuanto a las variedades desarrolladas hasta hoy cabe mencionar varios casos. En 1995 la RWTH Aachen desarrolló un cemento translúcido con fibras de vidrio, pero sólo construyó un prototipo, renunciando a fabricarlo en serie. Más tarde se asoció con la empresa Lucem GmbH para fabricar un cemento translúcido con fibras de sólo unos pocos milímetros de diámetro. A día de hoy el cemento más conocido es LiTraCon, cuyo origen ae remonta a 2001, cuando el arquitecto húngaro Aron Losonczi ideó un cemento translúcido con 5% de fibras ópticas de 2 milímetros de diámetro. Desde entonces, el diámetro de las fibras ha descendido hasta los 70 micrones, además de presentar un coeficiente de dilatación térmica muy bajo. Aunque la refracción de la fibra no permite formar imágenes de una resolución aceptable, sí transmite el color y las sombras, con lo que el espesor del muro parece desaparecer. Con todo, LiTraCon no tiene función estructural, por lo que es necesario terminar destacando el producto desarrollado por Italcementi, FYM, más barato que LiTraCon, con un 4 % de gránulos de resina transparente y una resistencia mecánica aceptable.