
© Franz Hubmann
En la celebración de su décimo aniversario, en 1987 el Centro Pompidou invitó a Hans Hollein a exponer su obra en el foyer, con un montaje que concibió él mismo. Ahora, con idea de señalar el cierre de puertas que el museo mantendrá hasta 2030 para acometer una exhaustiva renovación, el legado del austríaco ha protagonizado la última muestra de arquitectura: una recopilación de más de medio siglo de trabajo que permite aproximarse a su omnímoda labor creativa —«Alles ist Architektur» fue su máxima—, y también situarla mejor en un tiempo que habitualmente se simplifica bajo la etiqueta de posmodernismo. Artista conceptual y teórico de la arquitectura radical igual que diseñador de exquisitos objetos y constructor de subversivos edificios como la Haas-Haus o el Museo de Arte Moderno de Fráncfort, Hollein fue un enfant terrible que se revolvió escandalosamente contra los postulados modernos y, entroncando con Loos y Hoffmann, defendió una muy vienesa aproximación a la disciplina en la que formas, materiales y atmósferas se entrelazaban con las impecables maneras del mundo de ayer.