Intervenir en los vacíos de una trama histórica implica acomodarse en ellos, cobijarse en los huecos consolidados por el tiempo. Tal ha sido la estrategia seguida por los sevillanos María González y Juanjo López de la Cruz en su proyecto para la Escuela de Hostelería de Medina Sidonia, construida en el edificio del antiguo matadero de la ciudad gaditana.
Conformada por muros encalados y un patio, y por las columnas que algunos historiadores señalan como originarias del templo fenicio de Hércules-Melkart, la rotunda arquitectura del matadero contrasta con el espacio vacío, anexo a él, que durante dos siglos sirvió como callejón de llegada del ganado. Es precisamente este vacío el que la nueva intervención atrapa bajo una singular cubierta, que traza al exterior una geometría quebrada y definida por un conjunto de lucernarios a través de los cuales la luz baña los espacios interiores de la nueva construcción, cuyo programa consta de un restaurante y varias aulas.
Revestida de cerámica roja, la cubierta se posa sobre un austero cuerpo enjalbegado, de acuerdo a una composición esencial que resuena con la sencilla estructura del caserío adyacente: volúmenes compactos posados sobre el terreno, que se revisten de cal gruesa y se protegen con cubiertas elementales de teja.