Los habitantes de Las Merindades (Burgos) se afanan en la recuperación de la iglesia cisterciense de Santa María de Rioseco. Juanmi y Esther son dos de los protagonistas de una resurrección que atrae voluntarios de todo el país y ejerce de revulsivo para la comarca.
Hace 10 años, el monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco era una reliquia al borde de la desaparición. Nadie lo visitaba y nadie se acordaba de su existencia. Hoy es una de las atracciones turísticas más visitadas de la comarca burgalesa de Las Merindades: solo en los meses de verano prepandemia recibía unos 6.000 turistas. El edificio ha sorteado la extinción, fue declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León en 2019 y acoge conciertos, talleres y cursos. Su restauración ha puesto en el mapa al valle de Manzanedo, un exuberante paraje de diminutos pueblos en declive demográfico, impulsando el turismo y la economía. Decenas de voluntarios de todo el país acuden cada año a colaborar en las tareas de recuperación. Así resume su resurrección el burgalés Juanmi Gutiérrez, cura local y uno de los primeros miembros de la Fundación Santa María de Rioseco, la asociación vecinal que se ha dejado la piel en esta odisea: “Para nosotros está siendo tremendo. Hace que estemos orgullosos de ser de aquí. Que este trabajo se vea nos da vida”...
El País: El monasterio resucitado