El futuro del trabajo
Apple Park en Cupertino, California
Un círculo es una figura completa, continua, ininterrumpida, cerrada. Su forma implica las ideas de plenitud, unidad y perfección. Apple Park, la nueva sede central de Apple con forma de anillo proyectada por Foster Partners invita a las interpretaciones: es un edificio y a la vez un símbolo. Situado en Cupertino, California, Apple Park es una versión del campus corporativo típico de mediados del siglo XX, puesto al día en el siglo xxi a través de la sensibilidad medioambiental y la búsqueda del bienestar de los empleados.
En la mayor parte de los Estados Unidos, el campus corporativo a las afueras de la ciudad ha dejado de tener predicamento como modelo de negocio. Muchas empresas han devuelto, al menos en parte, sus operaciones al corazón de las áreas metropolitanas, lugares hoy preferidos por los trabajadores más jóvenes y formados. Sin embargo, las tecnológicas de Silicon Valley se vienen resistiendo a esta tendencia, con ocupaciones del territorio cada vez mayores y todas las cargas ambientales y sociales que esto conlleva. El gran proyecto de Apple en Cupertino consolida su identidad suburbana y, por extensión, la de la bahía de San Francisco como paisaje dominante de la industria tecnológica de los Estados Unidos.
Los campus corporativos de mediados del siglo xx se construyeron en enclaves con vegetación. Los mejores de ellos, como el Centro Tecnológico de GM en Warren, Michigan, o la sede central de John Deere en Moline, Illinois, proyectados ambos por Eero Saarinen, rebosaban del optimismo de la América de posguerra y su boyante economía. Fueron campus que se presentaron como una visión futurista (aunque poco fecunda) del mundo del trabajo y de la innovación de las empresas. La idea de fondo era que los nuevos productos e ideas generados en el contexto aislado de la empresa podrían después enviarse a todo el mundo en camiones y aviones, y a través de los medios de comunicación. Fueron campus que, de este modo, contribuyeron a acelerar la descentralización del paisaje urbano de los Estados Unidos y a convertir el automóvil en el medio de transporte dominante.
El proyecto de Apple Park no critica estos precedentes —acepta, de hecho, la descentralización, y es de condición suburbana—, pero hace evolucionar el modelo. Silicon Valley no es una región suburbana convencional, por supuesto. En este sentido, Norman Foster destaca las «afinidades locales» de la región, que la convierten en un territorio fértil para la innovación tecnológica: la Universidad de Stanford, el conjunto de compañías de hardware, software e Internet situadas cerca, unos trabajadores formados y especializados, una pujante cultura del emprendimiento, además de acceso a la financiación. «El paisaje transpira este maravilloso espíritu de California», recuerda Foster: «Se tiene la sensación de que aquí todo es posible.»...[+]