Es necesario comenzar planteándose si la mayoría de los recientes y ambiciosos proyectos chinos no son, en realidad, inequívocamente ‘públicos’ tanto en lo que respecta a la naturaleza de la inversión como a sus usos previstos. Sin embargo es evidente que hay dos tipos de ‘espacios públicos’ contrapuestos. Uno es el indiferenciado ‘césped’ comunitario, que se convierte en público fundamentalmente porque la gente tiene libre acceso a él; que funciona por un lado como ‘tierra de todos’ y por otro, desde el punto de vista legal, como ‘tierra de nadie’ y que siempre se considera como una especie de territorio ‘residual’, informal y de algún modo marginal, en el que los arquitectos encuentran poco trabajo. En contraste, existe otro tipo de ‘espacio público’ más idealista, más claro, más brillante, que se asienta en las profundidades psicológicas de la civilización china. Evidentemente este tipo de espacio solía ser más ‘distinguible’ y se consideraba como una búsqueda eterna del ideal chino de crear espacios.
En ambos casos, la línea divisoria entre lo público y lo privado es ambivalente y supone un punto de partida exclusivo del pensamiento arquitectónico chino. El modelo de ‘uno mismo dentro de sí mismo’ es quizá el origen de la tipología introvertida china, que ha conducido a una percepción muy flexible de los ‘cuerpos’ (arquitectónicos pero también sociales). En consecuencia, en el transcurso del proceso de formación de las ciudades, lo público y lo privado siempre se apropian uno del otro de una forma un tanto asimétrica, surgiendo así una estratificación espacial compleja. Estas fronteras urbanas, siempre en transformación, tienen en común los siguientes puntos: son muy numerosas (son expansivas y no arbitrarias); son fragmentarias y no están propiamente establecidas (la mayoría son desechos del planeamiento oficial en vez del resultado de una acumulación positiva); son sucias (son trampas en el ‘polvo rojo’ de los bajos fondos de la ciudad). Y lo que es más importante, estos espacios no se manifiestan de una forma fija, sino que cambian junto con el sistema administrativo y las expectativas sociales. Resulta difícil por tanto retratarlos en imágenes estáticas y utilizando cartografía occidental.
En China, la posibilidad de reunirse públicamente se produce sobre todo en un contexto de ‘entretenimiento’ comercial. Debido a los diversos enfoques por parte de los promotores, las características externas de la calle pueden diferir de una época a otra, pero hay muchas características comunes que hacen que dichos espacios tengan éxito indistintamente. En primer lugar, a un espacio extremadamente sencillo se le asigna una alta ocupación, y en segundo lugar, una seductora variedad de rótulos fomenta al máximo la estimulación sensorial. Al igual que en el desarrollo inicial de las ciudades capitalistas occidentales, una planta uniforme e indiferenciada se mezcla con un comercio competitivo que presenta una gran variedad. Las consideraciones pragmáticas conducen a un cierto grado de franqueza. Al mismo tiempo, las restricciones preestablecidas desde fuera permiten la utilización improvisada del espacio desde dentro. De esta inconcebible manera se unen estas dos cualidades aparentemente discordantes...