En esta época de angustias mediáticas, se da la paradoja de que el ascenso de los países pobres no ha disminuido la aflicción que desde hace décadas provoca en Occidente la carestía de los habitantes del resto del mundo. Por el contrario, el crecimiento insaciable de Asia ha imbuido el debate público de una congoja nueva, producida por el lugar cada vez más pequeño que parece quedará en el nuevo contexto para la ensimismada Europa. Independientemente de los efectos económicos y políticos de este reequilibrio, la emergencia asiática ha tenido ya un gran impacto en el mundo de la arquitectura, como demuestra la obra que nos ocupa.
Enseñante en Harvard desde 1985, Peter G. Rowe ha basado buena parte de su producción teórica en el efecto de la modernidad sobre el entorno construido en diferentes sociedades. En este libro pasa revista a algunos de los fenómenos urbanos más significativos que se han dado en las últimas décadas en el Extremo Oriente, y para ello utiliza un enfoque amplio que desciende desde la explicación de los factores históricos, económicos y normativos determinantes en cada situación, hasta la descripción pormenorizada de aquellos edificios, principalmente de promoción pública, que constituyen los elementos esenciales de las intervenciones.
En los ocho capítulos de que se compone y apoyándose en numerosos documentos, entre los que destacan las sugerentes representaciones urbanas de Michael Sypkens, se traza un recorrido intenso a través de temas muy diversos. Se repasan así, entre otros, la evolución de la morfología urbana de Pekín y la importancia de sus dos ejes principales; el volátil crecimiento urbano de Shanghái en los últimos dos siglos; el imparable aumento del tráfico aéreo en Asia y las operaciones aeroportuarias que lo encauzan; las grandes operaciones de transformación urbana; o las diferentes aproximaciones al concepto de conservación. En suma, es este un libro iluminador que nos acerca, con la excusa de la arquitectura, a una región cada vez más determinante.