Casi con unanimidad, la virtud más elogiada del último premio Pritzker es su sensibilidad para intervenir en edificios existentes, en los que realza la pátina del tiempo a la vez que introduce su refinada gramática, siempre sabedor de en qué ocasión expresarla con fuerza o, por el contrario, permanecer en silencio. Su trabajo se liga así a la historia de los edificios y, si las Variaciones Goldberg ya son tanto de Bach como de Glenn Gould, se puede decir que los edificios europeos presentados a continuación son tanto de sus autores —sean maestros modernos o clásicos, arquitectos menores o constructores anónimos— como de este británico disciplinado y comprometido con la comunidad.