El popular pensador esloveno dice que solo unidos nos salvaremos. Si aún no lo hemos aprendido, necesitamos nuevas crisis que nos hagan más solidarios.
Lo que más echa de menos Slavoj Žižek de la vida anterior al coronavirus es la soledad. “No lo digo en plan broma barata posmoderna”, apunta el filósofo esloveno, a sabiendas de que la confesión, como mucho de lo que dice, resulta paradójica: el “filósofo rock star”, acostumbrado a dar charlas multitudinarias por todo el mundo, ahora apenas sale de su casa en Liubliana (Eslovenia). Desde allí contesta a la videollamada, apoltronado en un sofá beis, con un plano desgarbado en el que asoma un cojín con pequeños búhos de colores y la esquina de un cuadro amarillo. “Soy de alto riesgo, si pillo el virus no lo cuento: tengo 71 años y una fuerte diabetes, y luego están mis tics…”. Un cómico hizo un montaje con todos ellos titulado ‘Si no sabes cómo se contagia la covid, observa a Žižek haciéndolo todo mal’. Žižek se ríe, luego sorbe, se relame, se frota los ojos y se rasca la nariz. “Disfruto del confinamiento, pero añoro la soledad porque ahora me llaman más que nunca, maldito Zoom, me bombardean”...
El País. Slavoj Žižek: “Con la pandemia empecé a creer en la ética de la gente corriente”