El extraordinario edificio, sede del Ministerio de Educación y Salud, construido en el centro de Río de Janeiro en 1946, es un símbolo en muchos sentidos. Primero porque fue la primera obra de arquitectura del mundo que aplicó todos los principios del movimiento moderno tal y como lo definió Le Corbusier. Incorpora el llamado pilotis –la construcción sobre columnas que abre un espacio público debajo de la estructura–, la fachada de vidrio y los jardines en el tejado, obra del paisajista Roberto Burle Marx.
Consciente de su importancia, Le Corbusier se desplazó a la entonces capital brasileña para supervisar el diseño, donde se juntó con Burle Marx y los otros jóvenes genios del nuevo movimiento moderno brasileño. El revolucionario arquitecto Oscar Niemeyer y el urbanista Lucio Costa, que diseñarían diez años después la nueva capital futurista de Brasil. Cándido Portinari, el gran pintor modernista que convirtió el campesino del noreste y las favelas en la materia de una nueva vanguardia en las artes plásticas. Affonso Reidy, el arquitecto galo-brasileño, cuyo Museo de arte moderno al lado del mar rompió moldes al igual que los jardines tropicales que lo rodean, obra de Burle Marx...
La Vanguardia: Bolsonaro busca privatizar el palacio Capanema de Niemeyer y Le Corbusier