En la estela de Mercedes-Benz, que estrenó hace tres años su museo en Stuttgart (véase Arquitectura Viva 106) y del BMW Welt abierto el año pasado en Múnich (véase Arquitectura Viva 114), Porsche inaugura su flamante museo situado a las afueras de Stuttgart, en Zuffenhausen, donde se encuentra la sede de la compañía desde hace más de setenta años. Al igual que sus dos rivales, la marca alemana eligió como ganador del concurso organizado en 2004 a un estudio extranjero, los austriacos Delugan y Meissl. Inspirado en los conceptos esenciales de la empresa —dinamismo, velocidad, tecnología y precisión—, el dramático edificio se divide en dos volúmenes: uno vinculado al suelo, en el que se aloja el llamado ‘espacio experiencial’; y otro de 160 por 70 metros, que flota sobre aquél, apoyado en tres puntos con más de 60 metros de luz entre sí, donde se encuentra el ‘espacio perceptivo’. En el primero se sitúa el vestíbulo, la cafetería, la tienda y un gran taller en el que se reparan automóviles. Una estrecha escalera mecánica conduce al cuerpo superior, denominado Cosmos Porsche, una gran sala de exposiciones en la que se muestran más de ochenta vehículos. El edificio se reviste de chapa lacada en blanco, en contraste con las láminas de acero inoxidable pulido que forran la cara inferior del cuerpo superior, generando un mundo de reflejos que enfatiza la levedad de la construcción.